La noticia de la semana la daban a conocer el alcalde, Carlos Fernández Bielsa y la número dos de los socialistas de Mislata y teniente de alcalde, María Luisa Martínez Mora. Una información que no era otra que la comunicación pública, en la Plaza de Músico Ibars, de la sentencia por la cual la constructora Lubasa deberá de devolver más de 6 millones al Ayuntamiento de Mislata por el caso de los parkings. Esta noticia es un motivo de gran alegría para los mislateros y mislateras que recuperan un buen mordisco económico de sus impuestos que debe repercutir en las nuevas instalaciones para el municipio que tanto necesita y reformar algunas de las existentes. Ahora bien, atendiendo a la actual situación de Lubasa, al que escribe esto y a muchos más, les asalta una gran duda en forma de frase muy de aquí: «Aço qui ho paga?«.
No le dolieron prendas al anterior equipo de gobierno del Ayuntamiento de Mislata en pagar más por los parkings, no había más remedio, dijeron en su día. Las mismas prendas que no le dolieron a Lubasa para abandonar su obra al ver que no le salía rentable, eso sí, con el dinero en el bolsillo. Ahora, cuando dinero no hay, cuando tratan de refinanciarse, el dardo envenenado que lanzaron a los más de 40.000 vecinos de Mislata les llega en forma de boomerang. Todo ello, un mes después de que el ministerio público solicite contra el entonces administrador del Grupo Lubasa, Gabriel Alberto Batalla, una pena de seis años de cárcel por su implicación en la financiación ilegal del Partido Popular. Hace unos años también se imputó al administrador Luis Batalla por el caso Terra Mítica y si hurgamos un poco más en la hemeroteca, encontraremos aún más. Pero, «aço qui ho paga?».
De momento ya lo pagaron comerciantes y vecinos de Mislata, que tuvieron que mudarse o cerrar el que había sido su sustento por la mezquindad de otros, por la codicia de unos pocos y por deslealtad. Ahora que le toca pagar a Lubasa nos preguntamos si en realidad podrán pagar al pueblo de Mislata o seremos los mislateros un eslabón más en la larga cola de reclamaciones que existen hacia esta empresa que, presuntamente, participó del desmantelamiento económico y social, no sólo de Mislata, sino de la Comunitat Valenciana.
El mismo pueblo al que, como figura en la sentencia que se pueden descargar en Informa’t Mislata, Lubasa expropió sin más escrúpulos que la mundana avaricia, debe reclamar que se pague. Los mislateros y mislateras debemos, por decencia, por respeto, por honor, porque lo hemos pagado y sufrido con el sudor de nuestra frente, reclamar que se paguen esos 6,1 millones de euros.