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Yo de pequeño no quería ser youtuber, quería trabajar en la radio

Yo de pequeño no quería ser youtuber. Vale que en los 80 y los 90 el tema de Youtube era algo así como ciencia ficción, pero creo que, aún así, años después, la historia se habría repetido. Yo de pequeño quería trabajar en la radio, y que mejor día para reivindicar el amor que siento por ese medio que me ha dado las alegrías profesionales más satisfactorias que un 13 de febrero, su día internacional.

La verdad es que se trató de un amor a primera vista y, a través de un género radiofónico que por aquella época estaba en desaparición y que hoy es casi imposible encontrar, los programas de radio infantiles. La gran Paca Samper, con la que tuve el placer de trabajar años después y darle las gracias por tantas mañanas de compañía, amenizaba los minutos previos a ir al cole. Sus personajes, que siempre imaginé en mi cabeza, su increíble voz y su forma de entender en medio me tenían cautivado.

Al mismo tiempo que Paca, empecé a prestar atención durante los fines de semana a esos señores (en la época todos eran hombres) que no paraban de gritar. Ya era la sintonía habitual de nuestros viajes en coche los fines de semana, pero ahora entendía lo que decían, me fascinaba la pasión con la que lo contaban y cómo nos acercaban al lugar con descripciones precisas.

La radio deportiva de fin de semana. Tablero Deportivo y Carrusel Deportivo fueron mi sintonía cuando volvíamos de pescar, ir a la playa o de vacaciones. Pero además eran mi juego. Yo quería ser como ellos y jugaba a ser como ellos. Los Reyes Magos me trajeron una radio roja con un micro que junto a una libreta y mucha imaginación, se transformaba en mi Tablero Deportivo. Un programa en el que el Valencia CF siempre ganaba la Liga.

Ya lo tenía decidido, quería ser periodista. Tenía 10 años y no tenía ninguna duda. Me había cautivado. Al poco cambié a Paca Samper por José María García, quien daba su ‘parte’ a primera hora de la mañana. Cómo aún era muy pequeño para trasnochar, escuchaba al Butano bien temprano. Impresionantes descripciones y oratoria. Las palabras seducían tanto que se convertían en imágenes. La magia de la radio y por lo que es inmortal.

Unos años después, en la Facultad, descubrí como ese señor que no paraba de decir «chupópteros y abrazafarolas» se subió a una unidad móvil el 23F y estuvo al pie del cañón el día del golpe de estado. Los periodistas deportivos somos mucho más que sólo deportivos.

Con los Juegos Olímpicos del 92 la sobredosis subió. Entonces ya empecé a trasnochar con la radio como millones de personas para escuchar El Larguero. Años después, la sesión se hacía incluso más larga y Gemma Nierga introducía historias increíbles, pero aparentemente ciertas, en Hablar por Hablar.

En la radio local de la época escuchaba a un joven Carlos Urrutia con un veterano Don Pio (los cassettes de este sustituían a la radio cuando no había cobertura) en las retransmisiones del Valencia CF. También los Pérez Sala con los motes a los jugadores y su Duende, del que he podido disfrutar después. Evidentemente también empezaba a escuchar a un señor con bigote, puro y mucho nervio que revolucionó la radio deportiva valenciana, Julio Insa. Hasta en dos etapas distintas trabajé con él, una época en la que fuí muy feliz trabajando.

Pero no todo era deporte. Me fascinaba escuchar a Julia Otero y a Javier Sardà en sus programas radiofónicos. Empezaba a zapear y a compartirlos con la radio musical, donde además disfrutaba de un programa mítico como el Bikini Club emitido en valenciano por Radio Nou. Una emisora de la que también disfrutaba del Jugant a la Llum de la Lluna y, posteriormente de las retransmisiones deportivas con Josep Rovira y Carles Baixauli, así como L’Altra Taula, con el loco que ahora me acompaña en mis locuras todos los fines de semana, Salva Campos.

Dentro de todos estos géneros también he dejé volar mi imaginación con Gomaespuma. Íbamos al Instituto escuchándolos, disfrutando con sus locas historias, juegos de palabras y entrevistas.

Como véis, siento pasión por la radio. Desde que entré en la facultad, en 1998 solo he tenido un objetivo profesional en mente, trabajar en ella. En 1999 tuve mis primeras prácticas en Radio Luz, escuela de miles de periodistas radiofónicos valencianos, y desde entonces, he hecho todo lo posible para no desvincularme de ella.

Casi 20 años junto a un micrófono y cada vez más enamorado de la radio. Soy periodista y me fascinan los medios de comunicación, pero como la radio no hay nada. Ya la han matado tantas veces y desde hace tanto tiempo que demuestra que es imperecedera, se transforma, se convierte, nos fascina, nos alumbra, hace volar nuestra imaginación… nos hace compañía.

¡Viva la radio!